Muchas veces lo escucho, que hasta podrían haberla convencido si no fuera porque ella se conocía bien como para saber que era una estupidez tratar de engañarse a si misma y hacerse ilusiones que no durarían por mucho tiempo. Aunque con esas actitudes, y esa mirada que ella tanto amaba era imposible no tener esperanzas. Pero ahora ella sola en su habitación acostada y desvelada buscó los auriculares en su mochila recordaba perfectamente donde los había dejado por lo que ni necesitaba levantarse a prender la luz. Los conecto al celular y así sin pensar, sus dedos buscaron automáticamente ese tema que para sentirse peor ella escuchaba.
Prácticamente esa era la rutina que después de un día agotador (casi todos iguales y cada día más) escuchaba una lista de reproducción preparada especialmente para ese momento, para llorar y pensar, sacar conclusiones y armar ilusiones hasta quedarse dormida, y al siguiente despertar mirarse al espejo y simular que está todo bien para empezar otro día lleno de actividades y sin tiempo para demostrar ni un sentimiento negativo, o hablar con alguien.Triste realidad.
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