lunes, 6 de junio de 2011

La otra cara de la moneda

Muchas veces lo escucho, que hasta podrían haberla convencido si no fuera porque ella se conocía bien como para saber que era una estupidez tratar de engañarse a si misma y hacerse ilusiones que no durarían por mucho tiempo. Aunque con esas  actitudes, y esa mirada que ella tanto amaba era imposible no tener esperanzas. Pero ahora ella sola en su habitación acostada y desvelada buscó los auriculares  en su mochila recordaba perfectamente donde los había dejado por lo que ni necesitaba levantarse a prender la luz. Los conecto al celular y así sin pensar, sus dedos buscaron automáticamente ese tema que para sentirse peor ella escuchaba.
Prácticamente esa era la rutina que después de un día agotador (casi todos iguales y cada día más)  escuchaba una lista de reproducción preparada especialmente para ese momento, para llorar y pensar, sacar conclusiones y armar ilusiones hasta quedarse dormida, y al siguiente despertar mirarse al espejo y simular que está todo bien para empezar otro día lleno de actividades y sin tiempo para demostrar ni un sentimiento negativo, o hablar con alguien.Triste realidad.

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